domingo, 8 de junio de 2008

Che Guevara vive: Un monumento de combate

Por Antonio Peredo Leigue


Junio 5, 2008

Con 7 metros de altura, el monumento al Comandante Ernesto Che Guevara, que se levantará en El Alto de La Paz (Bolivia), tiene la imagen de su lucha, más que de su fisonomía.

Esta es la impresión que deja cuando se ven sus partes que serán ensambladas cuando se levante sobre un pedestal de tres metros en La Ceja que, a la vez, es el punto en que se unen las ciudades de El Alto y La Paz y el centro de encuentro social y político de la población que las habita.

La efigie ha sido construida con técnicas de soldadura, usando como materia prima piezas y restos de vehículos y maquinarias. Afirmando sus pies y un fusil sobre la cabeza y el cuerpo de un águila vencida, el Che está en actitud de combate. Significativamente, el fusil está plasmado con cartuchos de proyectil y en su pecho sobresalen tuercas, pernos y engranajes que expresan esfuerzo, constancia y decisión.

“Tupa”, el artista

Félix Durán Zuazo es un joven egresado de la Carrera de Bellas Artes de la universidad pública de La Paz (UMSA) en 1989. Su nombre artístico es Tupa, nombre que ostenta con orgullo reconociendo sus ancestros originarios, pese a sus apellidos castizos.

Se define como obrero del dibujo, la pintura y la escultura; afirma que es compañero del pincel, la brocha, el martillo, el fierro y la arcilla. Con esas herramientas y con esos materiales construye su mundo, que es un mundo para todos.

No extraña, por lo tanto, que se declare convencido de que el arte debe estar al servicio de los pueblos y, el artista revolucionario, estará en las barricadas los días de la insurrección popular.

Configuró esta definición, porque desde su pubertad fue amigo de las noches frías donde alguna pared servía de soporte para pintar y escribir sueños de amor y libertad.

El monumento, que desde este junio presidirá las concentraciones populares y los corrillos de amigos en La Ceja de El Alto, hará que Tupa sea conocido como el artista que construyó la imagen del Che en la dureza del metal, la complejidad del engranaje y la ternura de su pulimento.

Che, el monumento

La idea de levantar un monumento al Comandante de América, es una vieja aspiración de los hombres y las mujeres bolivianos. Cuando se recordaron 20 años de su inmolación, se inició una tradición: estudiantes de toda América y otros continentes se reunían en La Higuera para rendirle homenaje. Colocaban un busto pequeño y llevaban a cabo una vigilia con mensajes políticos y música rebelde. Ocurría que, en el curso de la misma semana, un grupo de militares llegaba al lugar para destruir el busto que, un año después, volvía a colocarse en el mismo sitio.

Así se llegó al trigésimo aniversario de su asesinato. La Fundación Che Guevara (‘Funche’ como la denominamos familiarmente), organizó y realizó un Encuentro Mundial en Vallegrande, que se prolongó durante una semana. Múltiples actividades se realizaron en esa oportunidad: teatro, cine documental y de corte revolucionario, conferencias, talleres, mesas de discusión y exposiciones, presentación de libros y conciertos musicales. La romería a La Higuera, esta vez, fue para instalar un busto de grandes dimensiones (más de 2 metros), frente al que se hizo el homenaje de ese treintenario. Esa vez, no hubo intentos de destruirlo y allí permanece hasta ahora.

De todos modos, hacia falta un monumento de las características que tiene el que se levantará, en estos días. Allí estará, en La Ceja de El Alto, recordando el coraje y la valentía que es atributo de las mujeres y los hombres de ese centro y, a la vez, propiciando, con su imagen presente, el valor de seguir luchando por los derechos del pueblo.

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